La lente intraocular es una gran herramienta a la hora de hacer frente a diferentes patologías que pueda sufrir el ojo humano. Obviamente, habrá que estudiar de forma minuciosa cada caso pues el protocolo a seguir puede variar de forma considerable.

En cualquier caso, a lo largo de este artículo podremos analizar todos los factores que pueden influenciar esta clase de operación, así como todas las precauciones que se deben seguir a la hora de recuperarse. Por tanto, ¡empezamos!

¿Qué es una lente intraocular?

Como su propio nombre indica, se trata de un lente elaborada de manera artificial, cuya función principal no es otra que la de ser compatible con el ojo humano y por consiguiente, ayudarle a corregir cualquier tipo de problema o defecto que pueda tener.

Para poder realizarlo de la manera correcta, el método de actuación no es otro que mediante cirugía. Aunque sí que es cierto, que en función de las patologías del paciente, se realizará de una manera u otra.

Clases de lentes intraoculares

En función de cada caso, será recomendable utilizar un tipo de lente u otra. En concreto, podemos llegar a diferenciar dos clases de lentes, cuyo factor diferencial está basado principalmente en la relación que tenga con el cristalino. En cualquier caso, podemos llegar a diferenciar entre:

Lentes intraoculares fáquicas

Se conocen también como lentes ICL y para poder utilizarlas no es necesario quitar el cristalino del ojo del paciente. Por lo general, se utilizarán en aquellos pacientes cuya edad oscile entre los 21 y los 60 años.

Entre las principales ventajas que pueden llegar a tener, destaca la falta de irritación en el paciente y la gran capacidad de adaptación que puede llegar a tener en el ojo del paciente.

Las personas que optarán a esta clase de operación son aquellas que tengan una miopía de entre –0,5D a -18D o, por el contrario, una hipermetropía de +0,5D a +10D. A su vez, el astigmatismo también se puede tratar con esta clase de lente, pero únicamente si se encuentra entre 0,5D y 0,6D.

Como dato curioso, cabe recalcar que el paciente debe encontrarse en una situación estable, es decir, que la patología que tenga no se haya alterado durante un periodo de tiempo de al menos un año.

Lentes intraoculares pseudofáquicas

En este caso, esta clase de lentes se utilizan a la hora de sustituir al cristalino una vez se extrae durante el proceso operatorio. Sin embargo, podemos encontrar diferentes tipos en función de las características del paciente:

  •  Monofocales: se tratan de lentes que sustituyen el cristalino y que permiten que el paciente recupere su visión de lejos, concretamente, a partir de los 2 metros. Lo más normal es que sean utilizados por personas que padecen cataratas.
  •  Bifocales: puede darse el caso de que alguna persona no pueda ver correctamente ni de lejos ni de cerca. Por tanto, el uso de las lentes bifocales es crucial para resolver este problema. Eso sí, lo más probable es que la visión media no sea la mejor.
  •  Trifocales: estas clases de lentes quizás sean las más utilizadas pues son las más completas. Permiten mejorar la visión en todos las distancias posibles: cerca, intermedia y lejana

¿Cuáles son los problemas de las lentes intraoculares?

Halos

Uno de los problemas más comunes que aparecen una vez se ha realizado la operación son los halos en la visión. Básicamente esto significa que los primeros días después de la cirugía es posible que tengas dificultades para ver con normalidad, pero con el paso del tiempo se irá reduciendo. No suele tardar más de unos meses en desaparecer.

Recuperación quirúrgica

El proceso de recuperación no es el mejor que digamos. Ten en cuenta que se trata de una operación que tiene bastantes riesgos asociados. En cualquier caso, no tienes por qué preocuparte pues se trata de un proceso totalmente controlado. Únicamente es necesario asegurarse de que la higiene es adecuada, de tal forma que no aparezcan infecciones.

Ojo seco

Quizás más enfocadas a las lentes intraoculares fáquicas, cabe la posibilidad de que tras la operación el paciente pueda notar el ojo un poco más seco de lo normal.

Inflamación de la córnea

Por otro lado, aquellos pacientes que ya cuenten con un historial de operaciones oculares, tienen la posibilidad de que sufran alguna inflamación de la córnea. También podemos incluir en este grupo aquellas personas que por algún motivo hayan sufrido o sufran distrofia corneal.

En caso de que este no sea tu caso y que cuentes con una córnea totalmente sana, en un plazo de uno o dos días puedes estar recuperado.

Presión intraocular

De la misma manera, al someter al ojo al estrés de la operación es posible que se produzca una presión intraocular de forma puntual. En cualquier caso no suele durar más de 6 horas desde el momento que se puso la lente intraocular.